martes, 27 de enero de 2015

RAQUEL FERNÁNDEZ


Mencionada por:
Miguel Floriano


Menciona a:
Rodrigo Olay
Carmen Juan
Cristian David López
Ruth Llana
Alba González Sanz



Bio-Bibliografía

Raquel Fernández Menéndez (Salas, Asturias, 1993) cursa el Grado en Lengua Española y sus Literaturas en la Universidad de Oviedo. En 2013, su poemario Libélula (Ediuno, 2013) mereció el III premio en el concurso literario que convoca su misma universidad. Varios de sus poemas han sido también recogidos en la antología Poesía, alma del mundo (Círculo cultural de Valdediós, 2014), y en revistas como Fábula, El alambique, El coloquio de los perros Estación Poesía. Dirige un blog, Un desván azul, donde cabe todo lo que le viene a la cabeza.


Poética

Machado en el exilio, Lorca muerto. Cómo dice otra cosa la palabra (Gimferrer dixit). El humor de Gómez de la Serna. Contra las urnas y las armas, poesía para no ser siempre piedra mientras viva. La infancia, la institución penal del colegio (Leopoldo María Panero dixit). Ángela Figuera con sus hijos en brazos. La desesperación silente de Pizarnik. Gil de Biedma, la poesía pandémica y celeste. El desierto de Atacama. Acaso luces de una poeta que escribió en la corte medieval. San Juan de la Cruz, solo, en su celda, contando las imágenes que yuxtapone. La casa roja de Juan Carlos Mestre. Las formas de la caja china de los antepasados, el invierno de aquella casa. Una libélula que encierra una parte del mundo.

Acaso esta mano torpe y sucia que diside.


Poemas

AUTOBÚS DE MEDIODÍA

Podría fijar mis ojos en la mujer rubia
y los suyos, con sombra rosa y rímel,
me hablarían de la desdicha de un marido.
O podría enfocar la gran bolsa del negro
sentado detrás para reconocer la pobreza
y creer en la fuerza de unas manos.
O mirar al hombre que está enfrente,
y al único diente que le queda,
para saber de la marginalidad,
o sucumbir a los arrabales de la soledad.
O que mis ojos se reflejaran en la pantalla del móvil
de la madre del niño que no se calla,
o en los del hombre de barba y gorro de Coca Cola
a quien acaban de despedir
y en su llegada a casa verá los ojos de su mujer,
que no conocerán los míos.

Podría, no conociendo sus nombres,
conocer sus miradas y sentir su miedo,
pero también mis ojos son un candado oxidado
que todo calla.

(De Libélula)

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LIBÉLULA

                       Una libélula es como un tornillo que vuela

                                   Ramón Gómez de la Serna


Gritar contra la noche
era conocer la luz de astrolabios
proyectando la eternidad de una libélula.

Conocerte, cavar senderos en el sueño
más oscuro y en el atardecer más claro,
imaginar deseos como tornillos
anclados a una tierra que nada
            dice.

Gritar era también Oviedo iluminado
bajo el cerco de Xanadú,
y la capa de nieve cobijando sus alas.
Ese Oviedo, Unreal city, al que sobrevivimos.

Kublai Khan, tú sabes las veces que intenté
huir a ciudades distintas y acabé viendo morir
a una libélula en este jardín sin árboles,
pero tengo de su vuelo la luz
que sobrevive por encima del cemento.

(De Libélula)

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MASSIMO BONTEMPELLI LE PREGUNTA A ALFONSINA
STORNI: '¿Y USTED QUÉ HACE, SEÑORITA?' Y ELLA LE
RESPONDE: 'DIRIJO EL TRÁFICO EN LA VÍA LÁCTEA'.

Dirigía el tráfico en la Vía Láctea,
y mordía las estrellas aunque buitres
amenazasen desde dentro.
Era el miedo el color del pelo. Sonríe
la mujer que aparece en los retratos,
mas rauda la carcoma ataca
el blanco nocturno de los dientes.

¿Y a ti? ¿Te pintó el lobo los labios de rojo?
¿Rociaron sus colmillos tu pelo de color dorado
como la última foto de la poeta?

No estar, no esperar nada.
Tan solo el mundo con sus pozos,
el autorretrato barroco.
Dirigir el tráfico de la Vía Láctea,
mientras el mar con sus olas
espera bravo a nuestros pies.

(Inédito en libro)


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