lunes, 27 de abril de 2015

SARA A. PALICIO


Mencionada por:
Miguel Floriano

Menciona a:
Cristian David López
Elena Medel
Raquel F. Menéndez
Unai Velasco
Carmen Juan
Laura Casielles
Ruth Llana


Bio-bibliografía


Sara Alonso Palicio (La Felguera, 1991) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo y actualmente cursa el máster en Literatura Española que se imparte en la Universidad Complutense de Madrid. Ha dejado una primera y pequeña huella en la antología Una música, un rumor y un símbolo (Círculo Cultural de Valdediós, 2010) y publicado recientemente su ópera prima, Las costumbres vacías (Trabe, 2015), que mereció el Premio Asturias Joven 2014.



Poética

''By mourning tongues / the death of the poet was kept from his poems'': escribo para restarme realidad.


Yo soy lo de menos: ''creemos los nombres / derivarán los hombres'', dijo alguien alguna vez, a propósito de algo. Aún estoy en ello, para hacerme Quijote y que así sea la verdad como yo la había imaginado.

Intento poner a la vida contra las cuerdas, por eso estoy detrás de esa ficción llamada poema y ''lamo las heridas del tiempo en estos versos''.


Poemas

FILEMÓN A BAUCIS

                                                y no era posible amar
                     entre unas calles donde todo era sucio.

                                                       Javier Egea


Ya siento caer la última noche
en el templo. Déjate la piel
sobre la mía bajo los tilos:
por fin los dioses han olvidado
las luces de los días ajenos
a tu tacto, aquellos cuando yo
no soy yo mismo
                           y no te quiero.


(De Las costumbres vacías)

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MUTATIS MUTANDIS


                                       Recuerda que yo existo porque existe este libro,
                                       que puedo suicidarnos con romper una página.

                                                                    Luis García Montero


Porque puede, uno a veces
                                           se pregunta

 como quien mastica una resaca
aún a medio sueño y ve pasar
la noche (dios, qué noche)
por el tamiz de una miopía
de chupitos y se arrepiente,
es un decir, de tener amigos
decía que entonces uno piensa
o algo parecido  si este puñado
de salpicadas
                      líneas
                                horizontales
son la imagen de un cuerpo
vertical que busca re-
                                 conocerse.


(De Las costumbres vacías)

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Porque tiene el silencio su mecánica
en los círculos que trazan los destinos
poco importa
si las geometrías áureas de los astros
o los ecos de los pasos de los dioses
son lo mismo,
si vivir es o no
                       una cuestión
                                           de tiempo,
mientras algunos cuerpos quieran salir
de dudas
y anticipados a su propio dolor
hagan música al estar contra las cuerdas.


(Inédito en libro)



jueves, 9 de abril de 2015

ALBA GONZÁLEZ SANZ



Mencionada por:
Ruth Llana

Menciona a:
Elena Medel
Lola Nieto
Laura Casielles
Martha Asunción Alonso
Sara Torres
Carmen Juan
Raquel Fernández



Bio-bibliografía


Alba González Sanz (Oviedo, 1986), es licenciada en Filología Hispánica y Máster en Género y Diversidad. Actualmente prepara su tesis doctoral en la Universidad de Oviedo. Ha publicado los libros de poemas Apuntes de espera (Torremozas, 2010), que mereció el Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven en su XI convocatoria, y Parentesco (Suburbia, 2012). De próxima aparición es el cuaderno Traje Roto (Ejemplar Único, 2015). Entre 2006 y 2012 coordinó las actividades del colectivo cultural Hesperya. Mantiene la web: http://albagonzalezsanz.es


Poética

INVENTARIO

Guardo objetos como dones sencillos
que hurtar a la avaricia de la muerte.
Las historias raptadas,
las palabras prendidas
del tiempo.

Cometas.

Guardo detalles que caldean la nieve.
El abrazo como llanto de la mar. Nuestra piel
ofreciéndose al frío
en el combate diario
del temblor.

Guardo todo porque todo me señala.

El Niño que se esconde en el tejado. La Mujer
que camina la vereda arrancando las zarzas
que ocultan el refugio.
Nosotras que crecimos del rescate.

El futuro todo cabe en esta casa.
Sus fantasmas nos conceden
el perdón.

(De Parentesco)


Poemas

AUTOBIOGRAFÍA

Una autobiografía es la suma de las mentiras que se pueden contar.
Yo soy tres elementos en desorden:

la niña participando en pruebas de cross,
sin poder dar marcha atrás, saltar la cinta, detener el paso;
la niña que odia el deporte porque en él no se puede perder

la adolescente acomplejada por no ser bonita,
lista sí, pero con las piernas demasiado grandes;
piernas que ni siquiera le sirvieron para correr

la mujer  joven, oscura  que aún fuma a escondidas,
se esconde entre libros, construye su máscara;
un reloj sin agujas decide por ella sus pasos inseguros.

Mi autobiografía, la suma de las veces que mentí,
las que lloré,
las traiciones y soledades que vi
a mis pies,
que fui regando en silencio.

Mi autobiografía, fracaso inicial, certeza de la muerte.
Asumir el absurdo
para ver
los estragos que causa la esperanza.

(De Parentesco)

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TRANSMIGRACIÓN
(TRÍPTICO)

I.

El trayecto pasó a ser un escenario
condenado por la falta de telón.
No soy la misma. La máscara no oculta
al personaje.
El cuerpo se rebela al tacto,
se contamina en el discurso,
en esta voz.
Ahora que conozco
las falacias erráticas del viaje
me resisto a marchar,
me dejo ser.
Extraño a la que finge
en la distancia lejana de los días.

II.

El silencio quiebra el orden
de la oración, espesa
la calma de lo dicho.
Las piedras que apuntalan este centro se erosionan
al contacto del amor.
Si concateno enunciados olvido el ritmo
hambriento de la sintaxis,
las vidas
proyectadas a la vida que han roto
los cimientos de mi fe.

No respondo para no clasificarnos.

La vieja colección de dinosaurios: sus láminas y huesos, la falta de color.
Cartílago de plástico que no puede rugir, que no nos muerde.
Desde la infancia, las bestias que no temo se guarecen
del temor a las palabras pronunciadas.

Los monstruos de estos días
se alimentan de corazón.

III.

Al llegar a la ciudad fortifiqué un espacio.
Por murallas, las costumbres hechas fotografía;
por tradición, los libros que aprendí.
El hogar eran los rostros felices de los míos:
esta que soy me significa
esta que soy no conoce el cambio.

      La locura se contiene en la ficción.

Los castigos son entonces para el cuerpo.
Prohíbo la soledad, el territorio.
Me construyo en rutina y atravieso
el fondo del dolor como un paisaje
de campos arrasados.

Tierra baldía.

Levanto una casa
huyendo de mí.

(Inédito en libro)


miércoles, 1 de abril de 2015

RODRIGO OLAY


Mencionado por:
Raquel Fernández




Menciona a:
Martha Asunción Alonso
Laura Casielles
Rinoceronte García
Berta García Faet
Xaime Martínez
María M. Bautista
Ángel Talián





Bio-bibliografía


Rodrigo Olay (Noreña, Asturias, 1989) es licenciado en Filología Hispánica y máster en Formación del Profesorado por la Universidad de Oviedo, donde prepara su tesis doctoral. Ha publicado los libros de poemas Cerrar los ojos para verte (Universos, 2011), que mereció el Premio Asturias Joven 2010 y el Premio de la Crítica de Asturias 2012, y La víspera (Isla de Siltolá, 2014). Muchos de sus textos pueden leerse en línea en http://www.portaldepoesia.com/Biblioteca/Rodrigo-Olay.htm



Poética

El programa es sencillo
y a la vez exigente.
Tanto, incluso,
que solo a algunos pocos les será
dado alcanzar cumplirlo
un puñado de veces en una vida entera.

Para muchos será imposible, a secas.

Yo no sé si lo habré logrado aún
ni si lo haré algún día.

Se trata de poder reconocer
cómo cada poema que en ti ocurra
merece o no merece ser escrito.
La regla es infalible, pero cruel.

Un poema es un poema
si puede acompañar  si recordarse
a quien sabe que ya es breve su tiempo.

Si pudieran tus versos ser los últimos.


Poemas


LA NOCHE DE LOS FUEGOS

Y en la playa te vi, sola, al llegar,
y allí, sobre la arena, ardía el cielo
y el aire susurraba entre tu pelo
y bailabas la música del mar.

Y esta vez me tomabas de la mano,
y nos íbamos riendo hasta un portal
y mis ojos te abrían en canal
y tus besos sabían a verano.

Y la noche se nos quedaba escasa.
Y la lluvia traía al sol llorando
y apagaba tu boca porque quema.

Y yo no regresaba solo a casa.
Y tú no preferías a Fernando.
Y yo nunca escribía este poema.

(De Cerrar los ojos para verte)

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BARCELONA

La luz, era la luz sobre nosotros
y perdernos y siempre y cielo limpio,
era el viento salobre, el perfil blanco
del skyline de julio y Barcelona.
Eran tus manos eligiendo calles
frescas y parques lentos y mañana
y entonces y ya no regresaremos.
Pídeme lo que quieras. Pide. Es tuyo.
Pero no aquellos días, por favor.
Pero no aquellos días.

(De La víspera)

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LA VÍSPERA

Cada cinco de enero.
La última semana de colegio.
La noche antes de un viaje.
Todo viernes.
La tarde del ya lo verás mañana.
Hasta un libro de texto el día que lo compras.
Un sobre sin abrir.
El primer paso fuera del hotel.
Navidad en verano.
El instante en que sabes que se va a desnudar.
Un regalo aún envuelto.
La victoria, tan limpia, sobre el mapa.
Los besos, cuando no eran para ti.

Y peor todavía:
lo que quisiste ser.

                                  Ahora, compara.

(De La víspera)

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NOCHE DE SAN JUAN

Miro la hoguera.
No sé si quema más
o si tu piel.

(Inédito)