domingo, 25 de enero de 2015

RAQUEL VÁZQUEZ


Mencionada por:
Miguel Floriano


Menciona a:
Diego Álvarez Miguel
Adriana Bañares
Javier Temprado











Bio-Bibliografía


Raquel Vázquez (Lugo, 1990) estudió Filología Hispánica en la Universidad de Santiago de Compostela. Ha publicado los libros de poemas Por el envés del tiempo (Premio Poeta Juan Calderón Matador, 2011), Pinacoteca de los sueños rotos (2012), Luna turbia (Premio de Poesía Joven Gloria Fuertes, 2013), Lied de lluvia para una piel ausente (Premio de Poesía Granajoven, 2014) y Si el neón no basta (Siltolá, 2015). En narrativa, ha sido ganadora de varios concursos de microrrelatos, además de aparecer en diversas antologías de este género breve, entre ellas PervertiDos (2012). En 2015 publicará su primer libro de cuentos, La ocarina del tiempo (Editorial Trifolium). Durante este curso disfruta de una beca de residencia en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores. Tiene un blog personal, Niebla eterna, y colabora en Documenta minima.


Poética

Poesía como indagación, como horizonte, como unos ojos restaurados hacia el mundo; poesía como ancla de lo que somos y como la libertad de seguir siéndolo; poesía como cristal que hiere y que al fin proyecta algo de luz para salvarnos; poesía como vínculo con el otro, poesía como abrazo tallado en la palabra; poesía como trinchera, como refugio, como viaje y como vuelta a casa.


Poemas

LA MUJER AUSENTE [Yves Tanguy]

Intento reinventarte
con bloques de recuerdo
pero esa sombra
                                     tan fría
no puede
pertenecerte
así que trataré
de no pensar en ti para que
cuando vuelvas
encuentres tu rincón en mi memoria
exactamente igual que lo dejaste.


(De Pinacoteca de los sueños rotos)

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CODEX [Radiohead]

Deslízame tu mano en la trinchera
y déjame llevarte,
o al menos que Thom Yorke limpie tus botas.
No es un viaje imposible,
lo saben las libélulas y el túnel
que horadaron en ti, sin que supieras
abrigarlo en una cesta en el Nilo.

¿Magia? La única magia es la muralla,
sus años como siglos sosteniéndola.
Sí, es verdad que los muros
terminan derrumbándose.
Pero sólo al igual que hacen los sueños.

Quizá tengamos que cerrar los ojos
para abrir, diseccionar las arañas
del miedo: suficientes cadáveres, ¿no crees?
Y si lo intentas sé que puedes refundir
las balas en disparos de horizonte,
dibujar nuestra historia sobre la piel del lago,

donde la única herida
sea apenas el tiempo que ardió con tanta duda,

donde pueda perderse la memoria
salvo la justa para saber reconocernos.

Y no temas: allí el agua no va a juzgarnos.
Sin relojes que rompan nuestra lluvia
el códice es cristal y nos refleja,
y la tinta, una red frente al abismo.

Dame la mano, y aunque
tu salto pierda luz y llegue tarde, yo
seré el pájaro que te escriba mientras duermes.


(De Luna turbia)


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